Jacinto Convit García nació en la ciudad venezolana de Caracas el 11 de septiembre de 1913, y murió en Caracas, 12 de mayo de 2014.
Convit fue mucho más que un
eminente médico venezolano. Fue un símbolo del nacionalismo científico,
compromiso social y valores humanos universales, cuya vida y obra constituyen
un legado imperecedero para Venezuela y el mundo. Su lucha incansable contra
enfermedades olvidadas y su profundo amor por su país tejieron una biografía
donde la excelencia académica se fusionó con la más auténtica solidaridad.
Sus origen fueron
humilde, como hijo de inmigrantes al ser su padre de origen español y su
madre venezolana de origen canario. Su infancia transcurrió en una Caracas de
posguerra marcada por dificultades económicas. Esta experiencia temprana sembró
en él la empatía por los más vulnerables y la convicción de que el conocimiento
debía servir para aliviar el sufrimiento humano.
Tras lograr entrar ingresar a la
Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1932. Donde obtuvo la influencia de
numerosos maestros como el del Dr. Martín Vegas, quien fue pionero en el
estudio de la lepra en Venezuela, fue crucial. Vegas no solo le transmitió
conocimiento científico, sino un profundo sentido de responsabilidad social
hacia los marginados, particularmente los pacientes de lepra. Este período
forjó su nacionalismo científico y construir un pensamiento donde se Venezuela
podría y debía generar soluciones propias a sus problemas de salud.
Sus visitas al Leprocomio de Cabo
Blanco ubicado en el estado venezolano de Vargas causo durante sus estudios
una fuerte revelación traumática al tener su primer encuentro con la
exclusión al ver no solo la enfermedad, sino el estigma brutal, el aislamiento
forzado y la violación sistemática de la dignidad humana que sufrían los
pacientes. Esta experiencia marcó su destino profesional y su visión humanista.
La Batalla contra la Lepra: Ciencia,
Dignidad y Nacionalismo Aplicado
Combatiendo el Estigma con
Acción: Tras graduarse (1938), dedicó su vida a la leprología. Su primer gran
acto humanista y nacionalista fue transformar el enfoque de la enfermedad:
De Prisión a
Centro de Salud: Luchó incansablemente para cerrar las colonias de aislamiento
tipo prisión (como Cabo Blanco) y crear hospitales-dispensarios integrados a la
comunidad. Promovió el tratamiento ambulatorio, devolviendo a los pacientes su
derecho a vivir en sociedad y con sus familias. Esto fue una revolución ética y
sanitaria.
"La Lepra es
Curable, el Estigma No": Entendió que la batalla médica iba de la mano de
la batalla social. Trabajó intensamente para educar a la población, desmontar
mitos y combatir la discriminación, defendiendo la dignidad intrínseca de todo
ser humano, independientemente de su enfermedad.
La Vacuna: Un Triunfo
Venezolano para el Mundo: Su mayor contribución científica surgió de su
profundo conocimiento del contexto venezolano y su deseo de encontrar
soluciones accesibles:
Innovación
con Raíz Local: En los años 70-80, desarrolló junto a su equipo la vacuna
contra la lepra (o vacuna de Convit), basada en la combinación del bacilo de la
lepra con la BCG (vacuna contra la tuberculosis). Esta estrategia fue
brillante, aprovechando una vacuna ya disponible y de bajo costo, pensando en
su aplicación masiva en países pobres.
Nacionalismo Científico
en Acción: Este logro fue un orgullo nacional. Demostró que la ciencia
venezolana, con recursos limitados pero con ingenio y compromiso, podía hacer
contribuciones de talla mundial a un problema global. La vacuna se probó y
aplicó primero en Venezuela, beneficiando directamente a su pueblo.
Humanismo Universal:
Convit nunca patentó su vacuna. Su decisión fue ética y profundamente
humanista: "La ciencia debe servir para aliviar el sufrimiento, no para
enriquecerse". Quiso que fuera de libre acceso, especialmente para los
países más pobres donde la lepra era endémica. Este acto define su carácter.
La Leishmaniasis y el Compromiso con
los Olvidados
Llevando la Luz a
las Sombras: No se conformó con la lepra. Identificó otra enfermedad
desatendida que azotaba a las poblaciones rurales y marginales de Venezuela: la
leishmaniasis cutánea (o "úlcera de los balaceros").
Modelo Replicado:
Aplicando el mismo enfoque integrador (investigación de campo + atención humana
+ desarrollo de soluciones prácticas), lideró la creación de la vacuna contra
la leishmaniasis, también basada en la combinación de antígenos específicos con
BCG. Nuevamente, su trabajo buscaba una solución eficaz, accesible y aplicable
en las duras realidades de las zonas endémicas venezolanas y latinoamericanas.
Valores Humanos: El Cimiento de su Obra
La Dignidad Humana como
Norte Absoluto: Todo su trabajo clínico y científico estuvo guiado por el
*respeto inquebrantable hacia la dignidad de sus pacientes. Los veía como
personas completas, no como "casos" o "enfermos". Luchó
contra su exclusión física y social.
Solidaridad Activa y Concreta:
Su ciencia no fue abstracta. Fue una herramienta para la justicia social y la
equidad en salud. Dedicó su vida a aliviar el sufrimiento de los más pobres,
marginados y estigmatizados.
Humildad y
Desprendimiento: A pesar de su fama mundial (Premio Príncipe de Asturias de
Investigación Científica y Técnica en 1987, múltiples nominaciones al Nobel),
mantuvo una austeridad y sencillez proverbiales. Rechazó enriquecerse con sus
descubrimientos, priorizando siempre el bien común.
Compromiso con la Formación:
Como docente en la UCV y fundador del Instituto de Biomedicina (centro de
referencia en dermatología y leprología), formó generaciones de médicos y
científicos, inculcándoles no solo conocimiento, sino ética, vocación de
servicio y amor por Venezuela. Su legado vive en sus discípulos.
Resiliencia y
Perseverancia: Trabajó activamente hasta casi los 100 años. Su último gran
proyecto fue la investigación de una vacuna terapéutica contra el cáncer,
demostrando una capacidad asombrosa para reinventarse y seguir sirviendo hasta
el final.
Amor a Venezuela en Hechos
Ciencia al Servicio de la
Patria: Convit encarnó un nacionalismo práctico y generoso. No se fue a buscar
gloria al extranjero; aplicó su talento para resolver los problemas de salud más
graves de su propio país. Demostró que la respuesta a los males endémicos de
Venezuela podía surgir desde dentro, con recursos locales y talento nacional.
Defensor de la Salud
Pública Venezolana: Fue un crítico constructivo pero firme de las fallas del
sistema de salud, siempre abogando por mejoras, más recursos para la
investigación aplicada y una atención más humana y universal.
Embajador de la Excelencia
Venezolana: Sus logros pusieron el nombre de Venezuela en lo más alto de la
ciencia mundial. Fue un símbolo de lo que Venezuela podía lograr con talento,
dedicación y un profundo sentido del deber.
Jacinto Convit murió a los 100 años,
dejando un legado imborrable:
1. Científico de Talla Mundial:
Sus vacunas salvaron y mejoraron incontables vidas.
2. Humanista Radical: Puso la
dignidad del paciente en el centro de la práctica médica y luchó sin descanso
contra la exclusión.
3. Ejemplo Ético Universal: Su
desprendimiento (no patentar sus vacunas) es un faro en un mundo dominado por
intereses comerciales.
4. Símbolo del Nacionalismo
Constructivo: Demostró que el amor a la patria se expresa sirviéndola con
excelencia y compromiso, especialmente a sus hijos más desfavorecidos.
5. Maestro de Valores: Encarnó la
integridad, la perseverancia, la humildad, la solidaridad y la compasión como
pilares de una vida plena y útil.
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